Como todo no van a ser marzuolus, hemos cambiado la alfombra verde-parda del monte
por el colchón de agua azul del Cantábrico
y salimos de pesca, lista de amigos y familiares en mano,
para que nadie se quedara sin una buena ración de verdeles.
A ver si la próxima vez saco fotos in situ
y veis cómo entran de tres en tres, de cuatro en cuatro o hasta de cinco en cinco...
No es fácil,
porque entre lo que se mueve el barco, el pollo que montan
y lo ocupadas y pringadas que tienes las manos...