Hemos tenido que esperar a que a media mañana el sol nos animara un poco antes de salir de casa; antes no nos atrevíamos por si los lobos andaban rondando. Bocata y, sobre todo, termo de café calentito en mano, hemos llegado hasta nuestro pinar secreto a administrar los Primeros auxilios a las pobres y congeladas Cantharellus.
El paisaje: nieve y hielo, hielo y nieve, monta tanto.
Pero le hemos echado valor y nos hemos abierto camino:
La hipotermia era evidente:
Algunas se agrupaban de dos en dos para darse más calor.
Otras, más frioleras, preferían los tríos.
La luna nos ha avisado de que se acababa nuestro tiempo por hoy.
Todas las Cantharellus han recibido el mismo tratamiento: una foto para el historial y, delicadamente, han sido trasladadas a nuestra cesta-camilla para que se dieran calor unas a otras.