Esto de la fotografía micológica es más peligroso de lo que parece. Estaba yo tan tranquilo haciendo las fotos en medio del monte cuando oigo como si alguien respirara. Imaginad la situación: tirado en el suelo, con la cámara apoyada en la mochila y unas piedras, alzo la cabeza y me encuentro delante de mí... ¡un jabalí!
Os podés imaginar que mi sorpresa (y la del cerdo) fue mayúscula. Nos apartamos los dos, poco a poco, como en Jurassic Park y luego seguí haciendo mis fotos (eso sí, con un poco más de precaución).