Desde hace eones existe un acalorado debate acerca de si considerar a las setas vegetales o animales, pero el debate científico se ha resuelto considerando a las setas como coparticipes de un nuevo reino, el reino fungi, al considerar que las setas no pueden ser considerados vegetales al no hacer la fotosíntesis, ni animales, puesto que no se desplazan.
Gastronómicamente nos encontramos en el mismo debate, donde las setas no pueden considerarse vegetales propiamente dichos, pues la fibra que contienen no es celulosa, como la que contienen los vegetales, sino quitina, que es una fibra animal.
Tampoco pueden considerarse un producto cárnico, pues no tienen carne propiamente dicha en el sentido de ser masas musculares, ni forman tejidos, aunque si contengan un elevado nivel de aminoácidos proteínicos al igual que la carne.
Pero menos mal que aquí está Mariano para resolver el enigma. Como este año nos salen las setas por las orejas, -ya que las reiteradas precipitaciones de la primavera han hecho que los micelios se extiendan por toda la superficie de la península ibérica sin solución de continuidad, de forma que un topo podría hacer un túnel desde Tarifa a Finisterre sin dejar de arrancar micelios en cada zarpazo-, he estado experimentando gastronómicamente con las setas sobrantes para despejar esta duda.
Las conclusiones obtenidas en estos potentes experimentos en los que ando metido últimamente, nos indican que las setas están mas cerca de los vegetales cuando están crudas, y de los animales cuando se les aplica calor. Por tanto, se pueden considerar vegetales en el campo y en la cesta, y animales después de salir de la sartén.
Todo el mundo puede replicar en su casa el experimento científico que demuestra esta conclusión de forma indiscutible.
Para hacerlo, se requieren los siguientes elementos:
1.Setas frescas, preferentemente de cierto nivel gastronómico, que es con las que he realizado el experimento. Con morralla micológica no puedo asegurar que funcione el experimento, porque no lo he probado.
2. Un sistema cánido, preferentemente en ayunas, pero si es muy glotón es indiferente.
3. sartén, aceite y fuego. No hace falta sal, de hecho, es mejor trabajar sin ella.
Procurar que las setas no contengan gusanos, pues la existencia de carne real podría adulterar el experimento, aunque los cánidos generalmente no tienen avidez por los insectos, aunque estos si sean considerados carne animal.
En la ejecución del experimento, utilizaremos preferentemente como sistema cánido un perro domestico, pero se puede utilizar un lobo, zorro o similar, si lo tenemos a mano, pero no es recomendable. El que yo utilizo es mezcla entre perro y zorro, una cosa rara, pero que va bien para este tipo de experimentos.
Las setas que yo he utilizado son las especies boletus pinicola, boletus aestivalis, russula aurea y russula cianoxantha. También tengo previsto utilizar aereus y caesareas en las próximas horas.
Las conclusiones obtenidas, son las siguientes:
Cuando le echas setas frescas al perro, las huele y las rechaza sin discusion. En ese sentido, se puede decir que las considera vegetales, o al menos, no comestibles.
Hay perros que se comen todo lo que les echas, aunque sean servilletas, berenjenas o cascaras de naranja, ese tipo de canidos no valen para el experimento. Teneis que utilizar un perro como dios manda, que solo le guste la carne, y como mucho el queso, la pasta y el pan cuando no es de supermercado (precocinado).
Pero cuando le echas setas a la plancha, ¡ay amigo!, ahi cambia el cuento, y el perro las come con poderosa avidez, todas las que le eches.
La conclusion obtenida, es que al aplicarles energía calorífica a las setas, cambia su textura, su olor, y se transforma de manera radical su estructura molecular, de manera que pasan de estar mas cerca de los vegetales en crudo, a aproximarse mas a la carne tras el cocinado.
Tengo previsto una siguiente fase experimental donde poder comprobar si los perros prefieren las setas cocinadas, o la carne real, porque podríamos llevarnos una fuerte sorpresa. Ahora el sistema cánido esta durmiendo haciendo la digestión por lo que ese experimento lo dejaré para otra ocasión.
Un fuerte abrazo micogastronómico.