Los aficionados rechazan una norma como la castellana, que vende permisos para recolectar en bares y cobra hasta 20 euros por cinco kilos La regulación de los recursos micológicos asturianos, que abarcará la creación de cotos, se hará a semejanza de las normativas vigentes en Navarra, Aragón y Castilla y León. En algunos pueblos de la comunidad vecina las licencias para recolectar hongos se expiden directamente en bares y locales de los pueblos. Por una jornada de recolecta los aficionados pagan un importe que oscila entre diez y veinte euros.
En las provincias de Soria y Zamora, las más «seteras» de la comunidad vecina, donde, igual que en Asturias, abundan los montes de titularidad pública, las empresas envasadoras compran la mercancía a los recolectores que se encuentran por los pueblos, con los que llegan a acuerdos. La mayor parte de la producción se exporta al norte de Italia, donde hay pasión por los boletus.
El Gobierno del Principado ultimará la regulación de la actividad micológica en Asturias antes de que acabe el año. El proyecto tiene dos objetivos: por un lado, definir en qué términos podrá aprovecharse el recurso silvestre de los montes y, por otro, determinar el funcionamiento de los futuros cotos en los que se realizará la recolecta.
Para establecerlos será determinante el modo de propiedad de la tierra, según señala la directora general de Agroganadería y Desarrollo Rural, Tomasa Arce. Por ejemplo, en un monte vecinal, la gestión podría recaer directamente en los propietarios, que recogerían y venderían las setas. En el caso de bosques municipales los ayuntamientos podrían dar ventajas a los habitantes del concejo, de modo similar a lo que se hace en los cotos de caza. Arce justifica la regulación por la necesidad de «gestionar» el recurso.
Esa gestión implica acabar con la costumbre secular de que el que llega a la corra recoge los hongos sin más protocolo. Arce sostiene que así no se genera dinero para el medio rural. Las setas son producto otoñal, pero también repuntan en primavera.
Ricardo Fernández, vicesecretario de la Sociedad Asturiana de Micología, conoce de primera mano el funcionamiento de los cotos castellanos. El pasado otoño, en un pueblo de Burgos, se encaminó directamente al bar en el que se reparten los permisos, pagó diez euros y con ellos adquirió el derecho a recoger cinco kilos de setas. «No cogí ni una, me lo esperaba. La gente va durante toda la semana y es difícil encontrar ejemplares», comenta.
Aprovechó el viaje para preguntar si en calidad de investigador micológico tendría que pagar por recoger setas para estudiarlas. «En el mismo bar me dijeron que de eso no sabían nada», apunta. Fernández no oculta su escepticismo ante la creación de cotos en Asturias. «Al final conseguirán que las familias que salen los fines de semana con la cesta y se toman el menú del día en el pueblo dejen de hacerlo», sostiene. Por su parte, Félix García Peláez, presidente de la Asociación Micológica «Geotropa», de La Felguera, considera que es necesario regular la recogida de setas, «pero sin acotar, porque, además, una de las cosas que hacemos los recolectores es sembrar esporas por el monte y contribuir a la proliferación de hongos».
García no quiere que, en Asturias, ocurra lo mismo que en el área leonesa del Rabizo, donde el Ayuntamiento cobra 20 euros a los forasteros por recoger cinco kilos de setas y algo menos a los del municipio. Teme que a la larga la explotación de los cotos recaiga en empresas privadas. «Lo que acaba ocurriendo es que concede la explotación a una empresa privada. Por eso preferimos que sean directamente los ayuntamientos los que regulen sin precios abusivos», plantea. Lamenta las «atrocidades» cometidas, a su juicio, en los últimos años. «Aquí hay gente que se dedica a rastrillar los terrenos y a destrozarlo todo», señala.
Los expertos consideran que el desarrollo de la actividad micológica con fines comerciales es especialmente factible en los municipios suroccidentales de Allande, Tineo y los tres Oscos. El resto de la región no tiene demasiadas posibilidades porque los bosques no son los adecuados y hay demasiada humedad, a lo que también contribuye la proximidad del mar.
La profesora Sonia Martínez, del Instituto de Luces, en Colunga, experta en setas y organizadora de una exposición anual, también está convencida de que potenciar la actividad setera es una buena opción para diversificar las actividades rurales. Una de las preguntas recurrentes entre los aficionados a la micología en la región es el porqué de la escasez de setas en algunas zonas. Los micólogos consultados lo achacan al deficiente cuidado de los bosques.
La setas obtienen un desarrollo óptimo entre pinares, abundantes en montes de nueva plantación en los concejos occidentales. Los castaños, abundantes en Asturias, también casan bien con setas, siempre que los terrenos estén cuidados. A la explotación comercial se añade el uso turístico del recurso. Para venderlas hacen falta envasadoras en los pueblos. En Zamora hay doce envasadoras, en Asturias sobran los dedos de una mano. En la mayor parte de Europa las setas se aprecian con locura, todo lo contrario que en el noroeste de España. Aún así, en los últimos años, su uso asociado a la alta cocina las ha puesto de moda. El champiñón es uno de los productos cuyo consumo ha aumentado de forma espectacular en los últimos años. Los boletus, abundantes en Asturias y considerados «la crème de la crème» entre los entendidos, alcanzan un precio de mercado que oscila entre 30 y 50 euros el kilo. El micólogo Manuel Sánchez-Ocaña destaca el alto valor económico que aún hoy alcanzan las primeras setas de la temporada en locales hosteleros de toda la región.
La estación que comienza mañana va un poco retrasada en lo meteorológico y este año los micólogos tendrán que esperar algo más de cuenta para salir al campo con cesta y lupa a recoger hongos. Si se cumplen los planes del Gobierno regional para regular la recolección, esta temporada será la última en la que el acceso a estos recursos de los montes asturianos será completamente libre para los aficionados
La primera seta de primavera suele ser la colmenilla («Morchella»), muy apreciada por los chefs asturianos.
Fuente:
http://www.lne.es/asturias/2013/03/20/rebelion-asturiana-ley-setas/1385164.html