Con paciencia y pasando calor allí dentro, hay veces que llega el subidón. Esta vez han sido anhelos y os cuento que desde pequeño tenía estas dos aves (carraca y oropéndola) en el anhelo, las había visto muchas veces y oído, como no, el canto de la oropéndola, pero me faltaba tenerlas en el objetivo y este año ha sido. Aunque ya para el año que viene con lo aprendido tendré que mejorarlas, pero el camino por sus pasos, aparte de los anhelos y durante la espera otros me alegraron con su presencia que se las agradecí, a veces les hablo, pero se que no estoy pallá, es solo que les agradezco el rato que me hacen pasar. Han sido varios días unos pegados a un viejo cortijo y otros en la orilla de un largo barranco amenizado con el canto de la oropéndola y esta vez no fue con la compañía de mi querido Javier y es por ello que se las dedico aunque ya las ha visto, pero van por mi compañero de fatigas que seguramente no lo leerá pues su "torbellina" actividad no le dejará tiempo, pero comparto con su recuerdo.
Saludos
Carraca
Oropéndola
Por el camino este mochuelo se dejó.
La primilla estaba por los alrededores con sus vuelos de ceba.
Y la casualidad hizo que pasara por allí la abubilla
Y la lavandera cascadeña que hizo de telonera