Más de dos meses sin tocar la naturaleza, es mucho tiempo.
Corría el día 15 de diciembre cuando creo que hice mi última salida, la verdad, estaba ya cansado de tanta seta, cosa que era buena señal por la temporada. Mucho ha llovido desde entonces, bueno, llovido... y nevado y de todo.
Cuando uno va al monte, o al campo, ¿que busca? busca sensaciones, sensaciones que lo saquen de la rutina y de los problemas, o no tienen porque ser problemas, simplemente quebraderos de cabeza que te atosigan y te terminan agobiando. Estas últimas semanas no están siendo especialmente relajadas para mí, por muchas cosas, nada importante, pero uno se agobia.... son muchas cosas y se necesita algo... efectivamente echaba de menos el contacto con la naturaleza. Así, nada más después de comer cogí la cámara vieja (recordando buenas sensaciones) y me fui cerca de donde me he criado los fines de semana, mi campo, nuevamente buscando sensaciones...
Realmente, por momento me he sentido otra vez evadido de cualquier problema y he vuelto a notar la sensación de caminar, de respirar aire puro, del roce de las ramas con tu ropa y de las hojas moviéndose con el aire, por un rato he podido sentir sensaciones agradables y que los urbanitas tendemos a olvidar, pero que cuando las vuelves a sentir te das cuenta que son necesarias para el interior de uno mismo.
Con las fotos que os pongo, os quiero hacer partícipes de, por un momento, las sensaciones agradables que he tenido: