Estas S. Crassa, en el pueblo de la Puebla de Don Fadrique, que es donde les llaman orejones, me consta que se las comen desde tiempo inmemorial, simplemente, fritas con ajos. Yo las he probado y no me ha dado ni siquiera mi típica reacción que algunas setas comestibles me producen. Es verdad que en algunos libros pone que son tóxicas, pero un micólogo me aseguró que, si se hervían previamente o se cocinaban muy bien, eran comestibles y la prueba son los de este pueblo de Granada. De todas formas, culinariamente a mí no me parecen gran cosa, aunque una compañera hizo también una estupenda sopa con ellas.