Hacía tiempo que mi cincel no tallaba versos en estas líneas escritas de epopeyas y batallas fúngicas, ahora avivadas por la excitante lluvia caida en las últimas semanas. Viendo el ciclo tormentoso decidimos ir a visitar a la rebollonera familiar, esa que tantos días de amistad, cesta y monte nos brinda cada año. Mi padre, un amigo, mi amigo Paco y mi inseparable Pana (ahora también acompañados del objetivo fílmico de Marcial
, muchos ya sabeis de que se trata, jeje). Mucho más lejos de emular pasadas batallas libradas entre níscalo y cesta en aquel paraje tan nuestro, el panorama era dantescamente desolador...., ni suillus, ni russulas, ......, la nada. Así que aprovechamos para llevarnos buenas vistas de las colinas que encirran el valle y decidimos bajar de cota, allí este año ya no se librará batalla alguna. Previo abituallamiento de resarcidos estómagos bajamos de cota y cambiamos de cancha, ahora tocaba librar la batalla entre páramos y yermos campos baldíos. Sólo los deshojados almendros fueron testigos desde el mediodía y en apenas dos horas del abierto lance librado entre hombre, cardos y sus joyas custodiadas.... esas finas y delicadas setas de cardo. La cosa fue bien y volvió a dar por bueno el dicho del Perico: "Lo importante no es como se empieza el día, sino como se termina". Y de esta forma os dejo con algunos momentos vividos en el lance con nuestra amiga Pleurotus Eryngii como gran protagonista del día. Salut
Y la nueva generación que dejamos que con las lluvias de ayer y hoy .......