Tras una previa salida el pasado fin de semana sin éxito y con unas condiciones metereológicas pésimas, decidimos este finde mi chica y yo hacer una nueva intentona con este preciado trofeo que es el Boletus Pinophilus.
El día comenzo con un sol radiante, tónica general para el resto del día exceptuando una granizada de las que te agujerean el cráneo, por lo menos sólo duró unos 5 minutos.
Llegamos a una zona de pinícolas, descubierta hace poco, y los resultados no fueron buenos. Nada presagiaba un buen día. Encontramos muchos totalmente comidos, y otros que poco les faltaba para echar a correr, cási daba miedo meter la mano, pues pequeños y odiosos seres brotaban de una gran ciudad de cavidades con un gran tráfico de vida diminuta.
Nos fuimos a casa derrotados, decidimos echarnos una siesta y salir a dar un paseo con una cesta pequeña, más que nada de adorno, pues sabíamos que nada íbamos a encontrar para llenarla.
Y de vuelta para el coche... a úlitima hora... cuando el sol se escondía... en un pequeño valle... la felicidad.