Por una serie de problemas familiares (que aun no se han solucionado del todo, pero intentare hacer un paréntesis) no he podido poner antes este mensaje, perteneciente a la salida del domingo 28 de julio por tierras de la meseta, donde os hago coparticipes de una de las numerosísimas y copiosas recolectas que han tenido lugar en distintos encinares y robledales de la meseta septentrional, tras la oleada de tormentas de mediados del mes de julio, un episodio tormentil sin parangón desde el fastuoso julio de 1997, que sin duda fue el año de las grandes explosiones aereas por toda la peninsula. Y es que Mariano no podía faltar a sumarse a la orgía aérea del norte de la península.
Las tormentas habían sido muy generalizadas y repartidas por todas las provincias del norte de la meseta y Soria, por lo que había varias opciones a elegir, separadas geográficamente por cientos de km.
Como solo disponíamos de una única salida antes de que llegara la ola de calor y reventara todo la semana siguiente, no podíamos fallar, por lo que fuimos a lo más seguro.
Para asegurar la cosecha elegimos una zona a baja altura (menos de 1000 m) donde no se habían superado los 30º en todo el mes de julio (mayor temperatura es malo para estos hongos), y además había habido lluvias reiteradas, o sea, no una, sino varias tormentas espaciadas, la última de ellas relativamente reciente y donde además ya había habido una explosión previa de aereus el primer fin de semana de julio, para asegurar que se haya completado el ciclo por completo antes de secarse el suelo, pues es harto sabido que los aereus dan varios brotes si las tormentas se repiten, y el segundo brote necesita menos días de humedad que el primero.
Es decir, elegimos una zona donde había llovido copiosamente a mediados de junio, y ya estaba el ciclo mas avanzado. El árbol elegido en un principio era roble, aunque también quisimos probar la encina, pero el cronometro se nos echó encima, ya que apenas disponíamos de 3 horas para toda la operación, y ya perdimos una hora entera en una primera parada en falso, que solo sirvió para coger garrapatas a tumba abierta (40 garrapatas en menos de 20 minutos).
Suele ser habitual en las salidas marianas que la primera parada siempre es de calentamiento (o abichamiento en este caso).
Vayamos pues al núcleo duro del reportaje de la salida.
Tras una buena limpieza garrapatil cambiamos de zona y fuimos a un rebollar mas austero y de secano, para olvidarnos del problema garrapato y cambiar de suerte, como así sucedió.
En la primera hora vimos un boletus erytropus y algún que otro boletus, xerocomus, infinidad de russulas, entre ellas russulas vesca y cianoxantha, casi todas carcomidas, y también lactarius de roble, amanita rubescens completaban el panorama fungico de la zona, pero los aereus se resistían a aparecer, .............. hasta que llegamos al árbol mágico.
A partir de entonces, comenzó el festival del aereus, y vimos un montón de corros mas. La cesta comenzó a llenarse vertiginosamente en la hora que nos quedaba de recolecta.
La explosión aeroboletal había sido de aúpa, pero nada que ver con la pantagruélica plaga de mariposas de todo tipo, color y condición que había en toda la zona, y si me apuras, en toda la provincia, porque luego hicimos una ultima parada anecdótica sin cesta a contrarreloj en otro lugar, donde inesperadamente también había decenas de aereus, y solo pudimos coger los que nos cabían en las manos, y en esa zona era imposible dar un paso sin levantar 20 o 30 mariposas a volar en cada paso que dabas.
Por tanto, mas que la variedad de setas recolectadas, la nota de color la pusieron las miriadas mariposiles que alegraban la recolecta. Podría decirse que en toda mi vida he visto tantas mariposas como en estas 2 maravillosas horas.
Las excepcionales lluvias de los meses de marzo y abril, y lluvias abundantes también en los meses de mayo, junio y julio habían provocado una explosión orugal sin parangón, por la gran cantidad de vegetación que abarrotaba el monte.
También era a destacar en esta salida el ver las cunetas de la calzada y los campos en barbecho con la hierba verde brotando en casi todo el recorrido, por el efecto de las reiteradas tormentas de mediados de junio y julio.
Pero las potentes tormentas de julio también dieron sus frutos en forma de boletus, y de qué manera. Ese fin de semana las cabezas aéreas estuvieron en su punto álgido, quizá un poco ya decayendo, (los días ideales calculé que fueron miércoles y jueves).
Una explosión poderosa en cantidad de efectivos, muy abundantes, aunque menor en calidad de los mismos, aunque si se podía aprovechar buena parte de la carne aérea (que no gusanera).
También vimos un corro de rebozuelos del roble (C. subpruinosus) en el árbol mágico, el de los mejores aereus, aunque con los bordes un poco achicharrados por la sequía, aunque sabían igual que los frescos.
Pienso que el brote bueno lo dio a primeros de mes, al menos en cuanto a salubridad, pero este brote, aunque menos potente también ha sido certero.
Pasemos a ilustrar la salida con algunas instantáneas:
Empezamos con ejemplares individuales:
Algunos especímenes eran demasiado grandes:
La familia al completo:
Y algunos bodegones con las mejores piezas:
También había otras cosas:
B. erythropus:
B. rhodoxanthus:
La cestada:
La emplatada, con la mitad de los ejemplares:
La recolecta final constó de 20 piezas, de las que hubo que desechar el 25% por diversos grados de agusanamiento.
Los pies había que desecharles por completo en casi todos, sobre todo la base, que estaba acribillada en la integridad de los ejemplares, incluso los que presentaban el sombrero impoluto.
Solo se presenta la mitad de cada ejemplar, pues se diseccionaron en el campo todos los elementos al termino de la jornada para una repartición equitativa de los mismos. Los pies se desecharon en casi todos los casos por su elevado coeficiente de agusanamiento.
La calidad, como podéis ver, era muy aceptable para la zona (plena meseta a menos de 1000 m), el calor y la época del año (casi en agosto), con una tasa de agusanamiento que calcule en aproximadamente el 30%, que es una cifra que se puede considerar tolerable.
De rebozuelos solo vimos un corro, pero como estaban muy chuchurríos, solo cogí los 5 mejores para probarles este año, que aun no les había visto. Se ve que les ha faltado agua y sobrado temperatura.
Y la sartenada:
De estas cayeron 4.
Y además he resuelto el misterio de los gusanos de los boletus de verano. En vez de mosquitos como a los edulis y pinicolas, los pican unos insectos que son como tijeretas, que no son tan agresivos con la seta, dejan pocos agujeros sin apenas excrementos, y completan su ciclo para cuando la seta ya esta madura.
Por eso casi nunca aparecen, y si lo hacen en ejemplares inmaduros o muy parasitados, salen del hongo por efecto del calor por deshidratación, por lo que raramente llegan a casa, y si lo hacen es por fuera de la seta, y nunca dentro, por lo que basta con soplar para librarse de ellos. (obviamente haciéndolo en el fregadero, para no llenar la casa de gusanos)
Resumiendo: jornada de ensueño e intensas emociones, libre de cotos y garrapatas, una fiesta del aereus en toda regla, para disfrutar de una de las potentes explosiones aereo-boletales que solo tienen lugar en la meseta en el ecuador de la canícula cada muchos años, y que en esta ocasión abundaron por doquier, y salieron incluso a la puerta de casa.
Con esto y un bizcocho de boletus, doy por claudicada la temporada con broche de oro y diamantes y cuelgo la cesta hasta el otoño que viene. Ahora toca el bañador.
Esto ha sido todo.
Un fortísimo abrazo a todos.