La sierra de Aralar es un macizo kárstico de 208 km2, de ellos un tercio en la provincia de Gipuzkoa y dos tercios en Navarra.
Es un paraje a menudo masificado, en otoño seteros, cuando nieva cola de esquiadores, en verano lluvia de barbacoas, todo el año curiosos y turistas. Por buena carretera se llega sin dificultad al santuario de San Miguel de Aralar, con impresionantes vistas y arte románico, navegando a cuatro ruedas por un interminable y cambiante hayedo.
En Gipuzkoa, en el puerto de Lizarrusti se encuentra el centro de interpretación del Parque Natural de Aralar y en Larraitz, está el punto de partida para ascender al masificado aunque espectacular Txindoki y otras muchas rutas montañeras. A pesar de todo es un lugar desconocido para el gran público que no se aleja más de cien metros de sus cuatro ruedas.
Mitos y leyendas, como las de San Miguel y el dragón, el Basajaun o señor de los bosques, la diosa Mari reina de la naturaleza, los gentiles, una impresionante concentración de monumentos megalíticos, la mayor extensión de tejos de toda Navarra, la turística y preciosa cueva de Mendukilo en Astiz, el domo de Ataun, el circo glacial de Pardelutz, el buitre leonado, alimoches, águilas, quebrantahuesos, visón y desmán europeos, lapiaces, dolinas, cuevas, grutas, inmensos pastizales, majadas, oveja latxa.....
Salimos con lluvia, viento y frío el domingo 18 de noviembre, ya ningún setero y dispuestos a visitar un poblado megalítico ocupado hasta hace unos pocos cientos de años, construcciones, cercados de ganado, centros de aprovisionamiento, una gruta natural y abierta, y la yesca, Fomes fomentarius estrangulando un haya, para terminar felices al calor de un buen fuego.