Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.
Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel, estos hierros
en que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Esto es de los poemas de Santa Teresa de Jesús, que no sabia yo que fuera micologa, ni que padeciera sequías como la que nos atosiga.