Me pareció increíble cuando vi ese tono amarillo.
Pantalón corto, sandalias (yo no soy como Alfred -je, je-), cuando voy al monte llevo botas, pero es que con 35 grados, el suelo seco, aunque se adivinaba algo no tan seco en el interior, mi idea era dar una vuelta con el coche y el aire acondicionado para ver nuevas zonas, pero pasando por una zona conocida pensé, "bueno, me asomo a ver cómo está aquí el terreno".
Subo por la senda, esquivando espinos como podía y nada, todo seco, pero yo seguía, "quien sabe" pensaba, "si siempre voy al mismo sitio en la misma época no veré nada nuevo, si es que lo hubiera" (y es que hay que tenerle ganas, ya me entendéis).
A los 30 metros, de repente, el suelo húmedo "ha debido llover ayer mismo" pensé, y seguí, y de pronto, la ladera da una vuelta y toma más claramente orientación norte, y con ese calor veo musgo fresquito, verde a rebosar y ya puse muuuucha atención.
Y efectivamente, ahí estaban:
No daba crédito, yo moviéndome a cámara lenta y sudando la gota gorda, y cuando los cogía estaban fresquitos ellos.
En fin, que como dicen en mi pueblo, volví más contento que un gato con un lubiano.